Clinica movíl & Ayuda Temblor 2017

El viaje de la Clínica Móvil Pediátrica Oasis del Pacífico comienza: Alcance Comunitario y Desafíos

En 2015, la iniciativa de la Clínica Móvil Pediátrica Oasis del Pacífico dio sus primeros pasos en la Ciudad de México, con la visión de brindar servicios de atención médica a comunidades remotas a lo largo de la costa de Oaxaca. El viaje comenzó con la búsqueda de un vehículo adecuado, lo que condujo a la compra de una microbús después de una semana de exploración.

Donantes generosos desempeñaron un papel fundamental en el apoyo al proyecto a través de una exitosa campaña de recaudación de fondos. Mientras tanto, en la Ciudad de México, los organizadores adquirieron los suministros médicos necesarios, aumentando la anticipación en torno al proyecto.

El plan era visitar Chacahua y comunidades cercanas para interactuar con ellos acerca de sus necesidades de atención médica e introducirles el proyecto. Sin embargo, no fue hasta finales de julio que se recibieron fondos suficientes para iniciar el proceso de remodelación. La microbús fue sometida a una limpieza exhaustiva, reparaciones mecánicas y mejoras interiores. El equipo tenía como objetivo comenzar a atender a las comunidades en octubre, pendiente de la finalización de la remodelación y una nueva capa de pintura.

A pesar de enfrentar desafíos, como enfermedades y un progreso lento, el compromiso del equipo con el proyecto permaneció inquebrantable. Se realizó un trabajo exhaustivo en la microbús, que incluyó soldadura, abordar problemas de óxido y aplicar una nueva capa de pintura. El interior fue diseñado cuidadosamente con colores turquesa calmantes para crear un entorno acogedor para los niños.

Durante el proceso de remodelación, el equipo se encontró con contratiempos debido a la naturaleza que consume tiempo del trabajo en la carrocería y las limitaciones presupuestarias. Sin embargo, perseveraron y para noviembre de 2015, se había logrado un progreso significativo. El autobús lucía un nuevo piso, asientos con tapicería nueva y un lavabo funcional equipado con equipo de laboratorio y suministros médicos.

La anticipación creció a medida que la clínica móvil se acercaba a su finalización para su primera visita a la comunidad. Sin embargo, los intentos iniciales fueron recibidos con decepción, ya que las comunidades mostraron un interés limitado en utilizar los servicios de la clínica. Construir confianza y superar barreras culturales se convirtieron en pasos cruciales para alentar a los miembros de la comunidad a buscar atención médica.

A pesar de estos contratiempos, el proyecto continuó. Desafortunadamente, la escasez de gasolina en Oaxaca obligó a posponer más salidas. Durante varias semanas, la escasez de gasolina dificultó la movilidad de la clínica. Sin embargo, en agosto de 2016, hubo un destello de esperanza cuando el gasolina estuvo disponible, lo que permitió al equipo repostar el autobús. Retomaron sus esfuerzos, organizando viajes a comunidades y brindando servicios de atención médica. Aunque la asistencia seguía siendo menor de lo esperado, el equipo se mantuvo decidido a tener un impacto positivo.

Los desafíos enfrentados por la Clínica Móvil Pediátrica Oasis del Pacífico arrojaron luz sobre las complejidades de implementar iniciativas de atención médica en áreas remotas. Construir confianza y superar barreras culturales resultó ser pasos cruciales para lograr el éxito. Después de numerosos intentos, se tomó la decisión de hacer una pausa en el proyecto para evaluar cómo podría mejorarse.

Resilience in the Aftermath: The Mobile Clinic's Aid and Assistance after the 2017 Earthquake

En septiembre de 2017, un poderoso terremoto con una magnitud de 8.2 sacudió la región del Istmo, ubicada aproximadamente a 3 horas al sur de Puerto Escondido. La Dra. Anja Widmann recibió una sincera solicitud de ayuda de su querida amiga Denise Lechner para colaborar en las áreas afectadas. Juntas, decidieron liderar una misión de clínica móvil para brindar ayuda y asistencia médica a San Mateo del Mar y sus comunidades vecinas. Esta región, ya cargada de pobreza, ahora enfrentaba desafíos aún mayores debido a la extensa destrucción causada por el terremoto. El área alberga a muchas comunidades Huave (Ikoots) y Zapotecas.

En un lapso de tres días tras el terremoto, la clínica móvil fue montada y se reunió a un equipo de voluntarios. De inmediato, comenzaron a buscar donaciones y recolectar suministros esenciales como alimentos, medicamentos, ropa y otros bienes. La comunidad local en Puerto Escondido donó generosamente suministros, que se utilizaron para abastecer inicialmente la clínica móvil. También adquirieron suministros médicos adicionales utilizando las donaciones recibidas, con planes de reabastecer en Salina Cruz después de entregar la ayuda.

El equipo visitó varias comunidades en San Mateo del Mar y sus alrededores, organizando la ayuda en paquetes de alimentos y distribuyéndolos a las familias más vulnerables. Priorizaron a las mujeres con niños pequeños, proporcionando pañales y toallas sanitarias, y distribuyeron ropa y mantas a los ancianos. Inicialmente, el enfoque se centró en proporcionar alimentos inmediatos, agua potable limpia y atención médica. Dado que la asistencia gubernamental tardaba en llegar, las comunidades afectadas dependieron en gran medida de la ayuda de la sociedad civil mexicana. El equipo fue testigo de los notables esfuerzos de personas de todo México que se unieron para distribuir alimentos, mantas, ropa y otros bienes. Las comunidades continuaron experimentando numerosas réplicas en las semanas siguientes al terremoto, lo que aumentó su miedo y angustia.

La Dra. Anja Widmann y la Clínica Móvil atendieron a numerosos pacientes, incluidos niños, adultos y ancianos. Trataron una variedad de enfermedades comunes como asma, diarrea, resfriados, deshidratación, enfermedades crónicas, parásitos e infecciones de la piel. Se brindó atención especial a las mujeres embarazadas. El equipo descubrió que las áreas afectadas habían recibido una asistencia médica limitada, lo que resaltó el papel crucial de su presencia. La mayoría de las condiciones médicas observadas eran el resultado de la falta general de acceso a la atención médica en la región. Para muchos niños, esta fue su primera visita a un pediatra y el terremoto empeoró una situación ya precaria.

La ausencia de un sistema de agua en funcionamiento en la comunidad presentó un desafío significativo, ya que las personas dependían de pozos que se volvieron inutilizables después del terremoto debido a fugas de tanques sépticos. Esta situación planteó graves amenazas para la salud, especialmente durante la temporada de lluvias cuando las fuertes lluvias persistían.

Colaborando con otras organizaciones y personas, el equipo persistió en sus esfuerzos de ayuda. Enviaron camiones llenos de provisiones para distribuir según fuera necesario, suministrando paquetes de cuidado a otros equipos de ayuda voluntaria independientes en la zona. Ante los desafíos causados por la escasez de alimentos, compraron alimentos al por mayor para crear paquetes de alimentos adicionales.

Su trabajo se extendió más allá de la ayuda médica, ya que apoyaron cocinas comunitarias, distribuyeron alimentos, ropa, juguetes para niños, construyeron estructuras rudimentarias y camas, y facilitaron el acceso a agua limpia. A través de colaboraciones y donaciones, brindaron apoyo continuo a las familias afectadas, garantizando el acceso a suministros esenciales.

Los esfuerzos de ayuda fueron desafiantes, pero impulsados por la dedicación y la resistencia del equipo, así como el apoyo continuo de generosos donantes, individuos y organizaciones que realizaron contribuciones financieras para mantener la compra de suministros necesarios. El equipo también apreció mucho el apoyo y la cooperación de las comunidades locales y organizaciones.

Realizaron numerosas visitas a las comunidades alrededor de San Mateo durante varios meses después del terremoto para brindar ayuda continua.